jueves, 23 de octubre de 2008

Sigamos, si?

Apenas comprobamos que el hijo estaba profundamente dormido, fuimos directamente a nuestro cuarto, cerramos bien la puerta y empezamos a besarnos a oscuras y con muchas ganas.
Cuando ya no había ropa que estorbara y sus besos se dirigían a mi cuello (del lado de la oreja derecha), sentí cosquillas y no pude evitar reirme, él se río un poco tambien y atacó la oreja izquierda, y todo bien, una sensación agradable.
Una vez seguro que provocaba en mí las sensaciones correctas, siguió avanzando a besos la ruta hacia mis senos y exactamente cuando estaba atacando la teta izquierda, no puede evitar soltar otra carcajada, porque sentía muchas cosquillas. Mi marido, sonrió otra vez pero con cara de, qué te pasa?. Yo lo animé a continuar y él siguió acariciando y besando. Sus besos y sus manos me provocaban, me seducían, me encendían y todo iba bien hasta que alguna parte de su cuerpo o su aliento tocara/rozara mi oreja derecha o mi teta izquierda, cuando eso ocurría el resultado era inmediato, me moría de risa!!.
No sé porque pero "esas dos" no estaban erotizadas esa noche, no comprendo porqué no respondían «adecuadamente» a sus caricias, no me explico como estaban tan sensibles que un simple contacto me arrancaba una carcajada.
Algunas veces hemos comenzado a hacer el amor luego de una batalla de cosquillas, pero esta vez era diferente, aunque a mí en particular me parecía gracioso y sexy, era evidente que él se sentía un poco incómodo, para él mi reacción, no era sensual, y perdía poco a poco el entusiasmo, pero yo seguía muy interesada de experimentar esas dos sensaciones a la vez y le pedí que siguiéramos haciendo el amor pero que me dejara reir, que aunque le fastidiara,n que no hiciera caso a mis carcajadas, que tomara aire o pensara en otra cosa pero que continuara.
Y como él es un encanto, puedo decir que hice el amor muerta de risa y que la pasé muy pero muy bien!!.

lunes, 6 de octubre de 2008

La sopa y yo!


Cuando era niña no me destacaba por mi originalidad, y por lo tanto detestaba la sopa, especialmente la sopa de verduras, esa que mi madre decía que me ayudaría a ser grande y fuerte.

Mi madre que siempre se ha caracterizado por su punche y fuerza de voluntad, me obligaba a tomarla, pero muchas veces lograba distraerme de tal manera que ni cuenta me daba de que me embutía desagradables apios, zanahorias, poros, papas, coles y zapallos (ocurría tambien que encargaba esta tarea a la abuelita Rosa, o la empleada de turno).

Ellas usaban diferentes técnicas para desviar mi atención del horroroso e interminable plato de sopa. Obviamente comenzaban con el típico avioncito, y enseguida enganchaban a la típica « una cucharada por tu papá, otra por la tía Gloria, esta por el chico guapo de la esquina, etc ».

Luego procedían a cazar a todo bicho que osara asomar su existencia por el comedor, porque yo aceptaba una cucharada por cada animalejo despanzurrado a matamoscasos.

Cuando ya nos quedaba solo la mitad de la sopa, debían recurrir a los fideos, los sacaban de todas las formas y colores, los ponían sobre la mesa y mientras yo los organizaba ellas me empujaban las verduritas con esa textura que tanto me desagradaba.

Si la situación se ponía un poco complicada, y no me daba la gana de abrir la boca, bajaban la caja de botones, broches y cierres. Eso casi nunca fallaba y espero nunca haberme tragado un botón, pero en todo caso los esparcía todos y por cada botón que yo rescataba de un rincón imposible de la sala, aceptaba feliz una cucharada (como premio?).

En los días de berrinche extremo, para poder quedarse contentas de haberme embutido toda la sopa, usaban la distracción mayor, la última opción, es decir « el cofre de joyas de mi madre ». Ella tenía ahí muchos collares, los habían con perlas de todos los tamaños y colores, los habían también dorados y plateados, yo podía jugar ahí con todo tipo de pulseras, de piedras o lisas, gruesas y delgadas. Era un pequeño cofre de tocador, estaba hecho en madera de color claro, tenía unos adornos en metal negro, era muy pesado y estaba lleno de magia.

Hoy que he tenido un día de mierda, hoy que de la rabia y la frustación me dieron ganas de caminar desde el trabajo a la casa, hoy que felizmente mi esposo y mi hijo no están en casa para obligarme a sonreir, hoy que no me da la gana de responder el teléfono a nadie, hoy, me estoy preparando una enorme sopa de verduras para mi sola. Le he puesto todo lo que encontré en la cocina, y la estoy dejando que hierva mucho para que las verduras dejen de estar crocantes.

Hoy voy a servirme un plato enorme de sopa de verduras y voy a comerla delante del televisor, solita sin que nadie me obligue, porque ya no necesito que me distraigan para tomarla, pero la necesito para que todos los recuerdos que me traen su apariencia, su olor, sabor y textura, me distraigan, me acompañen y me den fuerza.