lunes, 29 de diciembre de 2008

Bruselas y yo!

Hoy hace exactamente 4 años que aterricé en Bruselas teniendo como plan casarme, trabajar y regresar a vivir en Lima en 2 años como máximo.

Mis padres estaban un poco aterrados de mi nueva aventura, y yo traté de tranquilizarlos con mi mejor argumento: voy a vivir y viajar por Europa, voy a aprender francés y voy a estudiar un master, voy a tener una experiencia de trabajo en el extranjero, voy casarme con el hombre que amo y vamos a formar una familia. Si todo sale bien, en 2 años estaré de regreso, feliz de la experiencia vivida, con una familia (hijo incluido sin pasar por el embarazo) y mejor preparada para retomar mi vida profesional en Lima. Pero, en el peor de los casos, regresaré después de haber viajado por Europa, con un master, conociendo el francés muy bien y con el corazón destrozado, regresaré a casa a lamerme las heridas y espero que como siempre estén ahí para decirme que todo irá bien. Entonces, que puedo perder?... y aunque no los convencí del todo, creo que respiraron un poco mas tranquilos.

El 29 de diciembre del 2004, Michael se estacionó delante de nuestro apartamento y el apuro por llegar arriba para hacer el amor, me impidió darme cuenta que estaba entrando a MI CASITA! No pensé que de ahí saldría para casarme, que ahí regresaría llorosa de cada visita a Perú, que ahí debería recomponerme cada vez que sintiera que ya no podía más y que ahí sería muy feliz.

Bruselas me ha permitido en estos 4 años, ser una permanente turista que descubre calles, plazas, tiendas, museos, cafés cada vez que necesitaba perderme. Me ha regalado dos años de absoluto anonimato, durante los cuales he salido a la calle sin maquillarme ni pasarme un cepillo por el cabello y sin temor a cruzarme con un conocido en cualquier esquina.

Esta capital europea me ha permitido comprar y vestir ropa de todos los estilos y colores, he adoptado cada día el look que me daba la reverenda gana, porque de por sí soy rara en esta ciudad y entonces, para que esforzarme en pasar inadvertida?. Esta ciudad me enseñó a utilizar y defender como trabajadora mi derecho de estar enferma y de rechazar horarios esclavistas (aunque no siempre lo hice!!).

Por cuatro años el clima de Bruselas me ha tetanizado de frío y me ha frustrado en mi búsqueda del bronceado perfecto, pero me ha regalado paisajes maravillosos, llenos de anaranjados y ocres, o de blancos y grises.

En 48 meses he desarrollado una gran tolerancia a la duración de los días. En invierno, la luz del día puede empezar a brillar solamente a eso de las 9am y nos abandona a las 4pm. Y aunque me parezca una aberración total he aceptado y aprovechado que en verano los días soleados empiezan a las 5am y terminan a las 10pm.

Todavía deberemos quedarnos en Bruselas un par de años más y sigo extrañando sentirme dueña de mi ciudad, de pasearme por sus recovecos, de requintar contra sus defectos, de aprovechar sus encantos y de conocer sus límites para poder escapar cuando quiera. Aunque parece mucho tiempo 24 meses, estoy segura de que Bruselas seguirá siendo generosa conmigo porque a las buenas y a las malas se está metiendo en mi piel.

Lo que me empieza a preocupar es cómo me recibirá Lima?

martes, 23 de diciembre de 2008

Chata soy!!


Yo mido, 1.54cm bien estiradita y mi esposo, sin problema llega a 1.95cm, entonces si sacamos cuentas al ojo no más, una de esas reglas de plástico transparente que llevábamos al colegio, se queda corta entre nosotros.
La última vez que salí con alguien tan grande (ese chico era mas bien, súper flaquito) no me sentí nada bien caminando por las calles a su lado y decidí que 1.85cm era más que suficiente en cuestión de diferencia de tallas.
La primera vez que vi a mi esposo en vivo y en directo, (después de poco más de 6 meses de coqueteos por el Chat) un detalle que me impresionó y casi incomodó fue su gran altura, lo otro fue el hecho de que es mas bien "agarrado" (corpulento, bien formado, musculoso…) y eso lo hace verse todavía más imponente; así en algunos segundos pensé que no, que ahí no más quedaba nuestra historia.
Para ir del aeropuerto a mi casa tomamos un taxi y una vez sentados, deje de lado el detalle de su tamaño y confirmé que me gustaba su olor, me encantó la apariencia de su piel, besé sus carnosos labios, comprobé que su acento al hablar en castellano me estremecía, sentí sus enormes manos acariciarme y presionarme contra él y disfruté de su compañía.
Al bajar del auto, ya casi había olvidado lo chiquita que se me veía a su lado, solo que al entrar al departamento de mis padres, al verlo agacharse para esquivar los dinteles de las puertas y poner atención para no chocarse con las lámparas del techo, volví a considerar la posibilidad de dejar todo ahí no más.
Y así pasé algunos días, animándome por creer en una historia de amor con ese chico tan maravilloso, y desanimándome porque siendo yo tan chiquita y él tan grande, era más fácil no intentarlo.
Han pasado casi 5 años de ese primer encuentro en el aeropuerto de Lima, y salvo por que me lo recuerdan las miradas de gente de la calle, casi he olvidado los 41cm de diferencia entre nosotros y hasta soy capaz de caminar a su lado sin tacos. Que si eso me pasa porque lo amo locamente? Oui, quizá, pero yo me inclino más por la posibilidad de que, de tanto empinarme para besarlo, he sufrido una lesión, en la base del cerebro, que ha perturbado mi percepción de los tamaños.
La última vez que estuve en Perú todos mis amigos a los que en general consideraba de talla media-alta (digamos entre 1.72cm y 1.80cm) me parecieron mas bien "normalitos no más", los que sin mucho esfuerzo eran mas altos que yo (digamos entre 1.60cm y 1.70cm) los percibí como tirando para "chatos", y solo los que verdaderamente se acercaban a la altura de mi esposo me parecieron altos.
Si eso parece una locura, hay que tener en cuenta que ese cambio de percepción de los otros, también se aplica a mi autopercepción, porque aunque no sé exactamente en que momento de estos 5 años de conocer a mi marido, yo, para mi misma me coloco en la nueva categoría de "normalitos no más". Si, lo sé, eso confirma, que la lesión que he sufrido es más grave de lo que parece, pero no se agobien, pueden seguir llamándome "chata".

viernes, 19 de diciembre de 2008

Estuve de baile!!!

El sábado pasado le pedí a mi esposo que me acompañara a la fiesta de cumpleaños una amiga peruana. Aunque mis ímpetus juergueros han menguado un poco, me provocaba ir porque estaba segura de que pondrían alguna salsa y entonces podría ver a Mickey poner en práctica los 10 pasos de baile que conoce y que ensaya 20 segundos cada 17 días.

Al llegar encontré que había música en vivo, había cinco chicos vestidos con ropa "típica" de latinoamérica (si algo así existe) y tocaban guitarra, charango, tambor, zampoña y demás.

Luego del pisco-souer de bienvenida, el ambiente que había me hizo sentir casi como en una buena fiesta de familia o como en una de las "primadas" (reuniones mensuales de los primos del lado de mi padre).

Al ritmo de un buen huaylas, los pocos peruanos saltaron al medio de la sala y cogieron de las manos a quién tuvieran al lado, belgas o peruanos, para hacer un círculo que se acercaba y alejaba de la santa que feliz zapateaba, rodeada pero sin perturbarse.

Mi amiga desde el centro del círculo, movía la cabeza con una gracia que me hacía recordar a mi tía Anita, cogía los bordes de su lindo vestido dorado y los sacudía con ritmo y coquetería como mi tía Frida lo haría, y tenía ese gesto en la cara, mezcla de coquetería, vergüenza y entusiasmo que me recordaron a mi madre.

La siguiente canción fue un huayno y una tía de la cumpleañera me sacó a bailar, y ella zapateaba tan lindo que nos cogimos de las manos para dar vueltas mientras seguíamos dándole al piso (ella con mucha gracia y yo con muchas ganas), luego me sorpredió de un caderazo y yo muerta de risa le devolví el favor y así empezamos a bailar alrededor de la pista buscando con quién intercambiar caderazos y seguímos bailando muertas de risa.

Antes de irse, los músicos se lanzaron con el huayno que dice "este pollito que tú me regalaste, este pollito…pio, pio, pio, siempre me dice" y entonces casi todos los invitados estaban bailando. Como buenos alumnos, los belgas intentaban zapatear, pero más bien saltaban, también se cogían de las manos, pero más para hacer la ronda al estilo europeo y algunos atrevidos empezaban a empujarse, pero con las manos y no con las caderas era un especie de pogo, lo que hacían). Mi esposo que miraba un poco sorprendido, quiso saber de que hablaba la letra de esa última canción que yo había bailado con tantas ganas: "habla del pollito que tú me regalaste"…"yoooo?"…, pero yo ya estaba siendo arrastrada por alguna prima de la agasajada entusiasmada por una canción del Grupo 5 de Chiclayo, creo!! Todas las chicas peruanas se sabían de memoria las letras y las bailaban sin parar. Como yo no conocía mucho, aproveché para probar la comida, que no estaba nada mal.

Finalmente pusieron un par de salsas y mi marido pudo probarme cuanto ha avanzado y en todo caso mientras bailamos abrazados podríamos a decir que se desenvuelve bien. Antes de irnos pude bailar y cantar "el santo cachón", muerta de risa, llena de recuerdos, sorprendida de las estúpidas letras que nos hacen bailar sin querer parar.

Ha pasado casi una semana de esa fiesta y sigo canturreando sin qué ni porqué, mientras camino, tecleando, cepillándome los dientes, y eso me hace reírme de mí misma o es que eso es lo que suele llamarse estar contenta?...