Hoy hace exactamente 4 años que aterricé en Bruselas teniendo como plan casarme, trabajar y regresar a vivir en Lima en 2 años como máximo.
Mis padres estaban un poco aterrados de mi nueva aventura, y yo traté de tranquilizarlos con mi mejor argumento: voy a vivir y viajar por Europa, voy a aprender francés y voy a estudiar un master, voy a tener una experiencia de trabajo en el extranjero, voy casarme con el hombre que amo y vamos a formar una familia. Si todo sale bien, en 2 años estaré de regreso, feliz de la experiencia vivida, con una familia (hijo incluido sin pasar por el embarazo) y mejor preparada para retomar mi vida profesional en Lima. Pero, en el peor de los casos, regresaré después de haber viajado por Europa, con un master, conociendo el francés muy bien y con el corazón destrozado, regresaré a casa a lamerme las heridas y espero que como siempre estén ahí para decirme que todo irá bien. Entonces, que puedo perder?... y aunque no los convencí del todo, creo que respiraron un poco mas tranquilos.
El 29 de diciembre del 2004, Michael se estacionó delante de nuestro apartamento y el apuro por llegar arriba para hacer el amor, me impidió darme cuenta que estaba entrando a MI CASITA! No pensé que de ahí saldría para casarme, que ahí regresaría llorosa de cada visita a Perú, que ahí debería recomponerme cada vez que sintiera que ya no podía más y que ahí sería muy feliz.
Bruselas me ha permitido en estos 4 años, ser una permanente turista que descubre calles, plazas, tiendas, museos, cafés cada vez que necesitaba perderme. Me ha regalado dos años de absoluto anonimato, durante los cuales he salido a la calle sin maquillarme ni pasarme un cepillo por el cabello y sin temor a cruzarme con un conocido en cualquier esquina.
Esta capital europea me ha permitido comprar y vestir ropa de todos los estilos y colores, he adoptado cada día el look que me daba la reverenda gana, porque de por sí soy rara en esta ciudad y entonces, para que esforzarme en pasar inadvertida?. Esta ciudad me enseñó a utilizar y defender como trabajadora mi derecho de estar enferma y de rechazar horarios esclavistas (aunque no siempre lo hice!!).
Por cuatro años el clima de Bruselas me ha tetanizado de frío y me ha frustrado en mi búsqueda del bronceado perfecto, pero me ha regalado paisajes maravillosos, llenos de anaranjados y ocres, o de blancos y grises.
En 48 meses he desarrollado una gran tolerancia a la duración de los días. En invierno, la luz del día puede empezar a brillar solamente a eso de las 9am y nos abandona a las 4pm. Y aunque me parezca una aberración total he aceptado y aprovechado que en verano los días soleados empiezan a las 5am y terminan a las 10pm.
Todavía deberemos quedarnos en Bruselas un par de años más y sigo extrañando sentirme dueña de mi ciudad, de pasearme por sus recovecos, de requintar contra sus defectos, de aprovechar sus encantos y de conocer sus límites para poder escapar cuando quiera. Aunque parece mucho tiempo 24 meses, estoy segura de que Bruselas seguirá siendo generosa conmigo porque a las buenas y a las malas se está metiendo en mi piel.
Lo que me empieza a preocupar es cómo me recibirá Lima?