viernes, 23 de noviembre de 2012

Oficialmente renuncio a los piropos

Es indescriptible la ira que he sentido cuando algún desadaptado me ha lanzado un insulto en forma de piropo.

La impotencia ha llenado de lágrimas mis ojos al ser agredida verbalmente por un infeliz que me dijo algún un "piropo".

He insultado con odio, para canalizar la necesidad de golpear al bicho que se creyó muy gracioso al hacer un comentario sobre mis tetas, mi poto o mi vagina.

Me he largado acelerando el paso dignamente mientras seguía escuchando detrás de mí las risas de unos forajidos que a modo de piropo me dijeron lo que su lengua haría entre mis piernas.

Arriesgándome a ser más maltratada aún, algunas veces me les he parado en seco, he encarado al miserable que decía con tanta seguridad y descaro lo que se le antojaba hacer con mi cuerpo. Sus caras de sorpresa y hasta de burla ante mi cólera y desprecio me han hecho comprobar que para ellos eso era un piropo.

No importa cual haya sido mi reacción los he odiado a todos, pero lo peor es que ha sido inevitable sentirme sucia, no me he pedido controlar y cada vez he revisado, por unos culposos segundos, atentamente mi ropa para ver si no me lo merecía. Al mismo momento si hubiera podido los hubiera agarrado a patadas hasta que pidieran perdón llorando y ahogándose con sus mocos.

Pasado el shock me he repetido mil veces que no soy yo, que:

  • decir a diestra y siniestra tus deseos sexuales es irrespetuoso,
  • que sentirte libre y con derecho a desear en voz alta a cualquier persona del sexo opuesto es desadaptado,
  • que lanzar a desconocidas frases que hasta en la más tórrida intimidad serían subidas de tono es una agresión verbal y psicológica,
  • que agredir a desconocidas con descripciones de tus fantasías sexuales desde la protección de tu grupo es cobarde.

Frente a todo este malestar, a esos momentos de humillación estoy en contra de los "piropos", de TODOS. Porque si bien confieso que ha sido imposible no sonreír al escuchar a algún desconocido resaltar lo linda que soy, y que he caminado más derechita y contentita cuando algún otro desconocido me ha dicho que mi sonrisa había iluminado su día, eso no basta, eso es muy poco, no es suficiente, no vale la pena.

No hay comentarios.: