viernes, 7 de marzo de 2008

Ligera de karma

Creo que las cosas que apasionan a mi madre se cuentan con los dedos de una mano. En el top de la lista están sus hijas, luego siguen en desorden su trabajo (eso incluye mantenerse al día en las últimas técnicas de masajes), sus plantas (aunque ahora ya no tiene muchas), mantener una actitud mezcla de zen y AT y en los ultimos años, construis "arboles de la vida".
Al parecer fue mi culpa que se metiera en esto, pero se lo sugerí como una manera de conocer gente nueva y de ver cosas diferentes, ella en cambio se metió con pies y cabeza en el proceso de aprender y construir redes de líneas y cifras que luego debe interpretar para saber como se presenta la vida de cierta persona, que cosas ha aprendido en sus vidas pasadas, que momentos difíciles pasará para aprender, en que situaciones se la llevará fácil no más y en general que tipo de karmas trae consigo a esta vida.
Uno de sus primeros y largos ejercicios consistió en hacernos el "arbol de la vida", a sus hijas. El proceso tomó varias semanas y mientras yo la veía escribir afanosamente en un cuaderno cuadriculado, crecía mi curiosidad por saber que podría descubir de nuevo sobre mí.
Un día cualquiera, con cara de pocos amigos, me anunció que había terminado mi "arbol de la vida" pero que no podía decirme nada sin consultar antes con su maestra, porque algo andaba mal, al parecer se habia equivocado o había hecho alguna suma de más o de menos. Ni mi gran terquedad logró arrancarle una frase antes de una semana.
Finalmente supe que soy « un alma vieja » (que ha vivido muchos tipos de vida), que « no tengo karma » (ya resolví todas las necedades que hice en las otras vidas) y que esta será la última vez que me « reencarne », no regresaré más por estos lares. No puedo decir que le crea del todo, pero en todo caso es un alivio saber que no tengo deudas pendientes (« karma »), que mi poca adherencia al deporte debe deberse a que estoy muy cansada (de tanto vivir) y que por eso siento que casi nada me sorprende pero que sigo siendo capaz de indignarme. Si lo que mi madrecita dice es cierto, me da penita pensar en no volver para vivir de nuevo al lado de la gente que quiero… aunque, quizá ellos ya han tenido suficiente de mi.

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